A MODO DE INTRODUCCIÓN

De las historias que se narrarán en este blog ésta es la más retorcida, la más morbosa, la más insana. Esta historia trata de un rito funerario, de cómo antes del entierro de un cadáver se extrajo el corazón de su pecho para evitar que fuera profanado.

Esa sagrada reliquia, fruto de ese oscuro rito, fue momificada y entregada a unos custodios con la misión de esconderla y preservarla en un lugar secreto.

Esta historia real digna de un Edgar Allan Poe intoxicado por láudano o absenta; éste relato que compite con el ‘Berenice’ del gran autor sacude con fuerza al saber que el cadáver sobre el que se hizo el ritual fue el de un presidente de la Generalitat.

Poneros cómodos, si lo leéis de noche apagad luces, desconectad electrodomésticos, televisor, equipo de música, de radio… que el único sonido sea el de vuestra respiración, concentraros en la lectura de esta historia tan tétrica como patriótica. Este relato de ultratumba es una muestra de la profundidad de los abismos de la locura nacionalista.

UN PRESIDENTE ESOTÉRICO

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Francesc Macià i Llussà (1859 – 1933) fue un político y militar español de ideología republicana e independentista catalana, teniente coronel del Ejército de Tierra, 122º presidente de la Generalidad de Cataluña y uno de los fundadores de los partidos Estat Català y Esquerra Republicana de Catalunya, siendo sucedido por Lluís Companys.

Macià ingresó en una logia masónica, parece ser tradición para los políticos catalanes el ser miembro de una sociedad secreta.

Fue un personaje pintoresco, capaz de inspirarse en Mussolini para organizar un ejército catalán, de organizar una fuerza armada con simpatizantes y mercenarios para invadir Cataluña desde Francia y de contactar para su causa con comunistas rusos y con nacionalistas filipinos entre otras muchas maniobras en pos de la plena soberanía catalana.

Con semejante eclecticismo no es de extrañar que mientras el gobierno de la Generalitat y él al frente mostraban un carácter laico y anticlerical, la víspera de Navidad en su lecho de muerte se reclamara la presencia del obispo de Barcelona y de veinte sacerdotes que acudieron en secreto y por separado para darle la extremaución y oficiar un responso. Macià murió la mañana de Navidad besando un crucifijo de una hermana suya religiosa.

Después de fallecer, intervino el Consell Executiu de la Generalitat para organizar el entierro del presidente. Saltándose los deseos últimos del difunto y su familia le quitaron el crucifijo del pecho y organizaron un sepelio laico paseando su cuerpo por Barcelona sin ninguna plegaria ni elemento religioso.

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Cabe añadir que ERC, partido gobernante, se declaraba anticlerical y sus miembros lo eran a su vez de logias masónicas. Por ese motivo se decidió que Macià fuera enterrado siguiendo el ritual funerario masónico.

Que ERC está vinculada a la Masonería lo muestra el símbolo del partido, formado por una pirámide con los colores de la Señera.

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EL CORAZÓN MOMIFICADO

El cuerpo de Macià fue objeto de un rito funerario en el que se le extrajeron el corazón y las vísceras, que fueron guardados en unas urnas, y fue embalsamado antes de ser enterrado.

El delirio necrofílico estaba servido y despegó con celeridad, la prensa de la época se hacía eco de que el corazón del difunto iba a ser galvanizado.

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La prensa catalana afirmaba que unos químicos procedirían a la galvanización no de un objeto metálico, sino de una víscera humana. ¿Cómo aplicar una electrólisis para recubrir un despojo? Definitivamente, el nacionalismo debe ser profesado con una fe para nada inferior a la religiosa.

image_thumb9Fuera como fuese, se dio por sentado que Macià fue enterrado desprovisto de sus vísceras, guardadas en urnas seguramente llenas de formol y selladas con plomo.

Un corazón de un padre de la patria catalana preservado para la posteridad como si fuera el alma del pueblo catalán. ¿Galvanizado? ¿Sumergido en formol? Conservado como algo religioso, inmortal.

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PROFANADORES DE TUMBAS

Durante la Guerra Civil, ante el inminente triunfo del Bando Nacional, Josep Tarradellas envió a un funcionario a exhumar el corazón de Macià y llevárselo al exilio. También se encargó según contaban las crónicas de comunicar a la familia Macià que el cuerpo del presidente también fue sacado de su tumba y trasladado secretamente al Panteón Collaso Gil.

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La finalidad de esto era evitar la profanación de la tumba por parte de las tropas franquistas que temía el gobierno de la Generalitat.

Confieso no haber investigado si el Bando Nacional se dedicó a profanar tumbas, pero el mero planteamiento del hecho ordenado por Tarradellas no puede ser más delirante, primero por la divinización del difunto y segundo por lo enfermizo del empeño de proteger sus despojos de unos soldados que también deberían ser unos profanadores de cadáveres según la mentalidad del gobierno nacionalista.

La preocupación extrema por proteger un cadáver me arroja dudas sobre el interés de algunos de aquellos dirigentes por la población que gobernaban y también sobre su capacidad para organizar la defensa de sus ciudades ante el ataque de un enemigo.

EL CORAZÓN VIAJERO

Josep Tarradellas, que tenía organizada su huída al exilio, se convirtió en el sufrido custodio de la reliquia. La urna le acompañó durante su periplo de años y años hasta su regreso a España en la Transición.

La epopeya cardíaca de Tarradellas consiguió que la urna, tal como explicaban las crónicas nacionalistas, escapara de las garras de la policía del régimen de Vichy, que resistiera el estallido de la Segunda Guerra Mundial, que consiguiera pasar un control de la Gestapo haciendo pasar la reliquia por un surtido de quesos… No se podía esperar menos de un patriota catalán, el heroísmo y el salir triunfante ante todo tipo de infortunios estaban servidos.

La reliquia finalmente quedó depositada durante décadas en la caja de seguridad de un banco de Tours (Francia) hasta la muerte de Franco, esperando su regreso. Tarradellas de cuando en cuando sufría y sorteaba las quejas del director del banco sobre la caja aquella que goteaba y olía mal.