A Mazelmind, con admiración y cariño. Ella lo habría hecho mejor.

PRÓLOGO: EL ACONTECIMIENTO

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Éste viernes hubo un acontecimiento en Nou Barris, barrio de Barcelona en el que habito. Una de las plazas principales, la del Virrey Amat, fue la elegida por los independentistas catalanes para un acto de la campaña del sí al referéndum.

El anuncio del acto se había realizado con la cartelería y el lenguaje pomposo al que los nacionalistas nos tienen acostumbrados.

El lenguaje y el despliegue de un acto como éste puede impresionar y ser objeto de admiración en un pueblo de interior en la Cataluña profunda pero en Barcelona la dimensión del mismo evento fácilmente puede quedar empequeñecida y mermada.

¿PERO YA SABÍAN DÓNDE SE METÍAN?

Nou Barris es el resultado de la unión de trece barrios, seis de ellos son los más pobres de Barcelona. Yo nací en uno de esos barrios, el Turó de la Peira, y sólo éste tiene una población casi igual a la de Berga.

No fue casual la elección de la plaza, situada en la zona más comercial y noble de Nou Barris. Había que jugar sobre seguro, hubiera sido de kamikazes dar el míting en la Trinitat Nova o en la Prosperitat, zonas deprimidas donde podrían ser recibidos con el lanzamiento de alguna lata de cerveza al grito festivo de ‘catalán, catalán, aquí no te votarán’ como ya les había ocurrido en actos de otras campañas a los oradores independentistas.

Los barrios charnegos y deprimidos son muy desagradecidos con los demócratas partidos nacionalistas.

ATERRIZAJE EN NOU BARRIS

El barrio llevaba días siendo debidamente preparado por entidades y asociaciones “privadas”. Aparecieron en las tiendas panfletos del formato de un diario con un buen número de páginas.

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El pasquín estaba redactado totalmente en catalán y el titular de portada era ‘LA CAMPANYA A FAVOR DEL SÍ AL REFERÈNDUM ATERRA A NOU BARRIS’, lo cual resultaba muy gracioso si alguien no conocía bien el catalán, como le pasó a un vecino ecuatoriano que me preguntó si en el barrio teníamos miedo.

CUANDO LA PLAZA DE UN BARRIO SE QUEDA GRANDE

Llegó el viernes señalado, la tarde era gris, calurosa y con una humedad pegajosa. Un escenario de unos cuatro metros por tres, unas hileras de sillas plegables para unas cincuenta personas, dos carpas donde se ofrecería un piscolabis, otras dos más con folletos y merchandising con camisetas y esteladas, dos o tres enormes displays plásticos de Súmate y ANC trataban de engrandecer un espacio minúsculo y desangelado en mitad de la plaza.

Las sillas fueron enseguida ocupadas por venerables vecinos de la tercera edad cansados del paseo de la tarde y contentos por tener un asiento en una plaza donde cuesta encontrar un sitio en el que sentarse a esa hora. Ni esteladas, ni camisetas por las hileras de asientos.

Una chica con cara de aburrida y una cámara de vídeo era la encargada de registrar imágenes del evento.

LA LLEGADA DEL “DREAM TEAM” (LOS CURRO ROMERO DE LA INDEPENDENCIA)

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Llegaron los oradores y saludaron a representantes de sus partidos en el barrio, que se habían encargado de preparar el acto.

Los ponentes eran Antonio Baños (ex CUP y apoyo de Artur Mas) en papel de Tío Tom charnego de Súmate, Jordi Turull (flamante sustituto de Neus Munté) en papel de presidente convergente de Junts pel Sí,  Joan Tardà (mentor de Gabriel Rufián) en papel de republicano quema Borbones y Chema Clavero (bon vivant ex sindicalista y pensionista -pocos palos al agua llevará dados en su vida-) en papel de Tío Tom de Súmate que recomienda encarecidamente ser jubilado en un nuevo estado.

Una imagen preciosa de la unión de catalanes puros y de adopción a partes iguales yendo en pos de un objetivo común, sólo faltó haber incluido alguna mujer en aquel retablo de las maravillas.

PAN Y CIRCO -1-: UNPLUGGED PARA CHARNEGOS

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Abrió el fuego en el escenario un infumable cantor llamado Peret Reyes perpetrando con su guitarra éxitos del rumbero catalán al que le ha robado el nombre. Ambiente de verbena charnega deslavazada, prefabricada y sin gracia.

El cantarín entre canción y canción  pedía en español y catalán a los asistentes que se quedaran allí y que no se fuera nadie. No tenía por qué, los cuatro gatos asistentes estaban muy cómodos en su asientos.

La gracia flamenca del artista era tan creíble como los riffs stonianos de Els Pets. Yo imaginaba que para los actos en los pueblos llevarían de animación algo más catalán, una copia del malogrado Pere Tàpias, a quien ya había visto actuar en algún acto interpretando joyas del pop catalán como ‘La moto’ con su infeccioso estribillo ‘amb moto chupu-pa-pa-pa, amb moto chupu-pa-pa-pa’ (en moto chupu-pa-pa-pa), todo un himno.

Algo barato (guitarra y voz) y efectista, o eso se deben de creer los organizadores de estas campañas.

Ambiente deprimente que presagiaba poca gloria para los cuatro instalados en el escenario detrás de una mesa decorada con banderas con un ‘Sí’.

PAN Y CIRCO -2-: EL APERITIVO DEL SÍ

Comenzaron las disertaciones maravillosas sobre la dignidad del pueblo catalán y la Arcadia que nos espera, siendo su antesala el democrático referéndum del 1 de octubre al que todos los demócratas catalanes deberemos de acudir con valentía a pesar de las amenazas de ese Gran Satán que es el Estado Español…

Yo daba una vuelta por la plaza mientras escuchaba aquellos discursos. La afluencia a las carpas de la organización era casi nula.

Me fijé en las carpas preparadas para el picoteo después del acto: botellas de plástico de dos litros de cola y de refrescos de marca blanca de Bonpreu, la mayoría embaladas en su plástico de almacenaje para facilitar el transporte de vuelta a la acera de enfrente donde hay un local de esa cadena.

Bonpreu es una cadena de supermercados amigos que igual guardan unas urnas para una consulta popular que proporcionan unas cuantas botellas de bebida barata para actos democráticos de exaltación nacional. Para picar, patatas fritas y ganchitos de la misma marca. Bebida caliente y aperitivos de oferta.

Imposible no acordarme de una amiga, periodista radiofónica, que hace años me explicaba las peleas del personal de su emisora para conseguir plaza para cubrir la campaña política de según qué partidos (en especial el PP) por el buen catering y trato a la prensa desplazada. A los becarios y pringados les dejaban siempre los actos de los Convergentes, que eran los más rácanos y miserables en el trato.

SE ACABÓ LA FIESTA (QUE YA FALTA MENOS PARA EL LUNES)

Mientras las arengas a los presentes seguían me acerqué a unas terrazas de bares de la plaza. Estaban llenas de gente con cervezas, refrescos y buenas tapas. Escuché comentarios de disgusto sobre la pesadez de aquellos discursos amplificados por la megafonía.

Acto de corta duración, era tarde de viernes y el fin de semana es algo tan sagrado en Cataluña como en el Estado Español. Además, el fervor despertado por el acontecimiento era de lo más escuálido.

Los conferenciantes marcharon raudos de allí una vez cumplida su misión, dejando al grupo de venerables asistentes que con voracidad atacaba las carpas del refrigerio.

Nuestros mayores en temas de gratuidad son muy entusiastas y agradecidos, si es gratis se apuntan hasta a una ronda de aspirinas.

A MIS PENSAMIENTOS VOY, DE MIS PENSAMIENTOS VENGO

Mirando el escenario vacío pensaba que la épica nacionalista pierde muchísimo en las distancias cortas y que sus líderes son muy limitados, grises, mediocres.

Me quedé con una frase que dijo el gran Tardà: “Diremos a nuestros hijos que hemos parido la República y que ahora les toca a ellos construir las paredes maestras”. El mensaje y el lenguaje utilizados tenían tenían el nivel de calidad de la animación musical y del aperitivo ofrecido.

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EPÍLOGO

Marchaba yo para casa cuando reparé en unos cartelitos puestos en las paredes de la plaza por los cuperos del barrio avisando de que en media hora en un local cercano iban a proyectar en exclusiva un documental pro-hi-bi-do por el Ministerio del Interior sobre las cloacas del Estado en el que se mostraban todas las pruebas (?), el documental que “el Estado no quiere que veamos” (sic) decían los carteles.

Supongo que querían atraer al público asistente al míting, pero éste estaba ocupado en pillar algo de lo que en la plaza se ofrecía como aperitivo.

Llegaba ya a mi casa cuando de repente creí escuchar una vocecita interior que maligna canturreaba: ‘Catalán, catalán, aquí no te votarán’