¿BELÉN O PESEBRE?

El elemento tradicional más auténtico de nuestras fiestas de Navidad es sin duda el belén, esa reproducción en miniatura del momento en que nació Jesucristo.

Se dice que la primera celebración navideña en la que se montó un belén fue en la Nochebuena de 1223 y que fue realizado por San Francisco de Asís en una cueva cercana a la ermita de Greccio (Italia).

Más allá del hecho religioso, el belén también es una exaltación del entorno rural recreando montañas, ríos y también pastores, agricultores, animales de granja y edificaciones rústicas.

En Cataluña se denomina pessebre (pesebre) a dicha representación y como ocurre con todo lo catalán contiene algo único que lo diferencia de los belenes españoles.

¿Cómo saber si estamos ante un belén o ante un pessebre cuando observamos una de esas representaciones? Muy sencillo, descubriendo si posee el hecho diferencial.

Ese hecho recae en una figura: el caganer. Si la figura está presente la representación será un pesebre.

EL CAGANER

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Caganer significa cagador o cagón. Es una figurilla representando a un campesino agachado en cuclillas con los pantalones bajados que está cagando.

Esta aportación de la cultura catalana al belenismo data de finales del siglo XVII y se hizo popular del todo en el siglo XIX. Tradicionalmente el caganer está vestido con indumentaria catalana inconfundible, con faja y barretina incluidas.

La presencia de esta figurita en un belén tiene una fuerza simbólica terrible.

El belén es la representación del nacimiento del Hijo de Dios, enviado por su Padre a nuestro mundo con la misión de redimirnos del pecado aún a costa de su destino de sacrificio y muerte. Un momento mágico cargado de fervor religioso.

¿Qué aporta la cultura catalana a la representación de ese momento?: la inclusión de un payés cagando a poca distancia del lugar en el que está ocurriendo dicho acontecimiento.

EN BUSCA DE UNA EXPLICACIÓN

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Se ha querido justificar la singular figura como un resultado de una corriente hiperrealista del Barroco. También hay quien dice que se trata de una representación de fertilidad en la que el payés fertiliza la tierra con sus heces.

Yo no conozco ningún otro caso de colocación al lado de una representación de un Dios la de un ser humano haciendo sus necesidades. No me puedo imaginar lo que le pasó por la cabeza al catalán que diseñó la imagen. Tampoco llego a comprender que el pueblo catalán mantenga tamaña aberración dentro de sus tradiciones.

Un psicoanalista podría hablar de una etapa anal mal resuelta en la infancia que condicionase la personalidad adulta.

Si así fuera, esta personalidad tendría unas características con rasgos como tacañería, afán por acumular posesiones con el deseo de que nadie tenga algo parecido, un excesivo afán por el orden que podría desembocar en la elaboración de programas y el establecimiento de rituales con una alta probabilidad de acabar en pedantería, cerrazón de miras e insolencia.

Ese carácter orgulloso suele ir unido a un sentimiento de singularidad que según palabras de Isidor Sadger, discípulo de Freud, se resume en ‘Todo lo que no soy Yo es basura’.

Por ello, consecuentemente, no soportará interferencias del mundo exterior porque las consideraría injerencias en ‘sus asuntos’. También se obstinaría en mantener un régimen autofabricado y miraría de imponerlo a los demás.

Si a esta explicación le añadimos además la teoría del inconsciente colectivo de Jung el resultado sería amplificado a toda una sociedad. El psicoanálisis puede llegar a dar una explicación demoledora.

HOY CATALUÑA, MAÑANA EL MUNDO

El fenómeno del caganer no ha hecho sino crecer cada año más en Cataluña y en los últimos años ha adoptado las más diversas personalidades: desde una Lady Gaga apurada a personajes de Star Wars, los Reyes Magos, politicos, futbolistas, monarcas, presidentes de estado, el Papa, personalidades de todo tipo pasando por la Virgen de Montserrat (sí, una representación de una Virgen negra con su divino hijo defecando al lado de la de una Virgen blanca que acaba de dar a luz al suyo).

Hace unos días la prensa americana se hizo eco de la existencia de la figurita. El estupor de los americanos debió de ser mayúsculo y no sé si se podría considerar un honor el que una región del mundo sea conocida por semejante detalle.

El caganer se ha convertido en la respuesta escatológica catalana a los cargantes enanos de jardín. Son toda una seña de identidad, el mundo nos mira y este asqueroso personajillo puede pasar por encima de iconos como la Sagrada Familia como representante de esta nación sin estado.

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